viernes, 13 de octubre de 2017

EL CINE APOLO

Una de las salas cinematográficas más recónditas que existió en Sevilla fue el cine Apolo. Estuvo situado pasando la entrada de la calle Bustos Tavera, muy próximo al lugar donde se conserva el compás y la iglesia del antiguo convento de Nuestra Señora de la Paz, sitio éste muy conocido, porque desde 1936 tiene allí su sede canónica la Hermandad de la Sagrada Mortaja, que obtuvo como propiedad el edificio en 1967, sólo tres años después de la fundación del cine al que aquí dedicamos el espacio de hoy.

La noche del viernes 10 de octubre de 1964, se procedió a la inauguración del cine Apolo. El local, propiedad de la empresa Prevedoni - quien anteriormente ya era poseedora de los cines Regina y Rex -, fue concebido como una magnífica obra realizada desde 1963 por los arquitectos Jesús y Manuel Gómez Millán. El Párroco de San Román, Crescencio Moreno, bendijo las instalaciones.

La empresa Prevedoni fue una de las principales que invirtieron en la rama de la cinematografía sevillana. Abajo, Roberto, según recoge la prensa, firmando un contrato. Corrían los años setenta.
El Cine Apolo formó parte de la infancia y adolescencia de muchos sevillanos. Recordando aquellas sesiones infantiles de los domingos por la mañana o aquellas solitarias tardes de los domingos sin nadie por la calle Bustos Tavera. Abajo, un lector nos proporciona esta imagen de la cartelera del Apolo en el mercado de Triana, a finales de los años 70:

El aspecto de la fachada del Apolo podría aparentar el figurar como un cine pequeño, sin embargo  su aforo alcanzaba las 1.300 localidades. Un detalle que no debe pasar inadvertido: en lado derecho del vestíbulo, la máquina expendedora de tabacos, muy al estilo de fines de los 60 y principio de los 70. 

Durante las décadas de su existencia, el Apolo emitió filmes de muchas clases; tanto estrenos como reestrenos, pero, principalmente dedicado a todos los públicos. Sesión continua, numerada; el olor a ambientador, refrigeración Baviera, el Toblerone....


Junto al Regina, el Apolo subsistió a duras penas durante la segunda mitad de los 80, ofreciendo películas de reestreno y entradas sustancialmente rebajadas a mitad de precio. Ante su cierre, la empresa Pagés intentó convertirlo en un teatro, en 1989, pero de forma infructuosa. No obstante, la Orquesta Filarmónica de Sevilla sí consiguió que la antigua sala de proyecciones fuera su sede durante algunos años.


Todavía la calle Bustos Tavera parece guardar, en contrapunto a la más movida cercana calle Sol, cierto sabor evocador a un tiempo no muy lejano, en el que algunos de nuestros padres y de nosotros fuimos niños y jóvenes, y que portábamos una palabra que ahora parece estar en deshuso: ilusión.





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