A partir de principios de los 90 uno ya se daba cuenta de los nuevos acontecimientos y cambios que llegarían a la ciudad. Aunque algunos de los cuales los hemos mencionado en este blog, no debemos olvidar que factores como la globalización, el neoliberalismo y la implantación de nuevas tecnologías fueron introduciéndose en todos los barrios de la vieja Sevilla; y, ese cambio, quedaría traducido sobre la práctica en la llegada de una cierta cantidad de pobladores: unos, de paso: turistas; otros, nuevos inquilinos (funcionarios, empresarios, inmigrantes, etc), así como la renovación constante de los negocios. Esta relación es importante, pues pretendo transmitir algunos aspectos evolutivos que desde tiempos recientes comenzaron a aparecer y que hicieron perder para siempre tantos y tantos lugares tradicionales y tantísimas intimidades que vivimos hace apenas 20 años. Qué poquito queda de entonces mientras que lo nuevo dura poco menos que un suspiro. Esas son las exigencias de la vida actual.
Hace muchos años, durante los primeros años 70, siendo muy pequeño mis padres me llevaba mucho a los cines que estaban cerca de mi casa. Dicen que vivir en barrios como San Vicente o San Lorenzo puede ser un privilegio, pues se está prácticamente en el mismísimo centro histórico y comercial del Casco Antiguo. Para mí lo fue más aún cuando iba pasando esa niñez, te ibas haciendo mayor, y seguías viendo como esas imagenes tradicionales, identidades que procedía de lo genuinamente sevillano, continuaban inmutables, como fueron aquellos cines.
Si en un reportaje anterior estuvimos hablando del cine Llorens, en esta ocasión nuestro reportaje tratará sobre el Palacio Central. La historia de este lugar puede remontarse perfectamente a la Sevilla de Olavide, allá por el siglo XVIII mediante la aparición de Teatro Principal cuya fachada principal asomaba a la calle O'Donnell, entonces llamada de la Muela. Entre 1830-40, en la regencia de María Cristina, anterior al reinado de Isabel II, el maestro mayor de obras o arquitecto municipal, Melchor Cano, fue encargado de restaurar este teatro. Realizó un edificio de cuatro plantas y albergó el Teatro Principal que llegó a ser muy conocido en la ciudad. En 1850 se abrió el Teatro San Fernando (derribado en 1973, donde está C&A.), situado muy cerca.
Más tarde, Suárez Garmendia, al parecer retocó sensiblemente aquel edificio, cuyo Teatro era de madera, creyéndose que tal vez contó con la ayuda de Balbino Marrón (Museo de Bellas Artes, Palacio de San Telmo), discípulo de Eiffel.
A principios del XX nuestro edificio fue el salón Kursaal, gran teatro de variedades junto con el del Duque. En el año 1941 pasó a denominarse teatro cine Palacio Central, que a mediados de los 80 cerró para siempre. Abajo, panorama de la entrada a la sala por la parte de Sierpes; las otras puertas de acceso estaban en O'Donnell y Pedro Caravaca. La imagen pertenece a marzo de 1980, anunciándose la obra de Federico Fellini, Ensayo de orquesta. A su derecha la papelería Padura, otro clásico desaparecido.
Pero el Palacio Central también tuvo su parte innovadora como cine, ya que fue la primera sala refrigerada en Sevilla. En el edificio llegaron a residir personas como Rafael El Gallo y la viuda de Ignacio Sánchez Mejías, Gabriela. Ahora, cartelería de mano de la proyección Suez, en 1943. Corrían los primeros años.
Durante los 70 y 80, la sala cinematográfica proyectaba sesiones de mañana y tarde. Normalmente, las matutinas solían incluir programación más infantil, aunque no siempre, como por ejemplo a la fecha que correspondió este ticket que abajo ofrecemos (una joyita de enorme sabor): una película de Charles Bronson de acción, denominada América Violenta, 10 de agosto de 1976:
Pese a que en 2003 el edificio fue restaurado, exponiéndose una fachada muy similar a la anterior por Sierpes, es decir, carácter neoclásico, con almohadillado, rejas y balcón central sobre ménsulas entre otras conservaciones, realmente lo que nos interesaría a muchos nostálgicos sería su recuperación como cine, incluyendo un nuevo patio de butacas y, por qué no, las antiguas letras y carteles al estilo de entonces. A continuación en primer término el edificio antes de su restauración total, ya en 2004; y abajo del todo en la actualidad:
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