Hubo un tiempo en que los cines ocupaban una parte importante de la vida sevillana, concepto innegable y también repetido en otros reportajes que se han publicado en los espacios que hemos dedicado a las salas del séptimo arte de nuestra capital, Sevilla, "pueblo grande" hasta hace pocos lustros, en cuyos barrios abundaban aquellos cines que con el tiempo llegaron a hacerse populares, consagrándose en la historia cotidiana local.
Entre los espacios elegidos por las empresas cinematográficas para la erección de cines, destacaron las rondas. En esta ocasión es preceptivo mencionar los tramos consecutivos de María Auxiliadora - Ronda Capuchinos, predio para el celuloide de los cines de invierno Ramade, Alcázar, o los estivales Capuchinos y Andalucía. Vamos a centrar el espacio en los dos primeros, que realmente fueron el mismo pero con denominaciones distintas.
Se trata de una de las tres naves fechadas entre 1905 y 1910, que almacenaban el aceite de Miguel García Longoria, y establecidas en la antigua calle Arrebolera ( hoy María Auxiliadora ). De entre ellas, en la que da con la esquina del Colegio de los Salesianos de la Trinidad, que actualmente es el supermercado Lidl, funcionó como Cine Ramade, perteneciente a la cadena Sánchez-Ramade, propietaria también de las salas Florida y Victoria, que el plano urbanístico de 1945 nos muestra la ubicación que buscamos:
En 1948, el Ramade aparece bajo la firma Sáiz-Bores, que también llevaba el Coliseo-España, Esperanza y San Vicente. El nuevo cine fue bautizado como Alcázar, sobre el que transcurrió el resto de la época gloriosa de los cines sevillanos.
A principios del decenio de 1960 y de ahí en adelante, la competencia televisiva, unida a la mejoría económica de las clases medias que comienzan a "descubrir" las salidas vacacionales, van a obligar de alguna manera a que los cines se modernicen, tanto en la tecnología como en la estética. También surgen nuevas salas, como el Apolo, Regina o Bécquer. Por lo tanto, el Alcázar no se quedó atrás y en 1967 fue reformado:
Aquella estética, es la que acompañó a varias generaciones en aquellas tardes y noches, hasta su clausura, allá por 1985. En 1972 se denominó Alkázar-Superama, que hacía curioso el juego de palabras con el cine Avenida-Vistarama. El Alkázar incluso llegó a ser una "sala de arte y ensayo", ofreciendo un cine de calidad (aún recuerdo algún documental en v.o.s.). A mediados de los 80 los cines agonizaban, pero aún era incuestionable el sabor de caminar tranquilamente por aquella Ronda.
Los años 90 trajeron el preludio de la brevedad y la continua mutación de las cosas, perdiéndose progresivamente en estas generaciones los patrones de la tradición y la continuidad. Tal vez cada vez seamos menos los que conservemos aquellos recuerdos, pero lo cierto es que al menos, intentamos divulgarlos. Como dijo Cage: No hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas.
Desde este blog, animamos a antiguos empresarios o personas que han tenido algún vínculo con los cines sevillanos, colaboren si lo desean aportando material y su testimonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario