Algunas veces la belleza singular de Sevilla nos ofrece rincones determinados, que pese a que hemos caminado muchas veces por su lado, no nos detenemos a observar por el mero hecho de que lo desconocemos, o porque también no nos llame excesivamente la atención debido a que puede estar camuflado ante nosotros. Tal es el caso del antiguo Almacén de Maderas del Rey, un edificio de trescientos años de antiguedad que en su momento gozó de cierta importancia en nuestra ciudad debido a su utilidad. Actualmente existe, pero su fisonomía se cambió de tal manera que para nuestros sentidos puede pasar desapercibido. Se encuentra justo donde comienza la calle Arjona, umbral de Reyes Católicos, pero es más bien conocido porque forma parte del concesionario de Mercedez-Benz.
En 1680 fue fijada en Cádiz la cabecera de las flotas de Indias y el 12 de mayo 1717, fue firmado el Real Decreto que traspasaba a Cádiz los Tribunales de la Casa de la Contratación y del Consulado Marítimo. De aquella manera Sevilla dejó de disfrutar los privilegios de los siglos anteriores, entrando en un período de decadencia económica, centrándose básicamente la ciudad en el desarrollo industrial.
Consecuencia, entre otras muchas, de las nuevas reformas fabriles, fue la construcción del Real Almacén de Maderas de Segura en 1735, el cual servía de almacenamiento y venta de las maderas que provenían a través del río de los pinares de la Sierra del Segura y que se utilizaron en las Atarazanas para el armado de la Flota de Indias. El Almacén dependía del Alcaide de los Reales Alcázares y estaba dirigido por el abogado y académico Sebastián Antonio de Cortés. En la fotografía siguiente, el Almacén en 1950, todavía reconocible, en estado prácticamente íntegro:
Abajo, el Real Almacén de Maderas figurado en el Plano de Olavide de 1771. El lugar elegido para su ubicación fue el espacio comprendido entre la Puerta de Triana -aún sin derribar- y el puente de barcas del río. También, según se ve a la derecha del Almacén, aparece una de las cárceles de la ciudad:
Al contrario que otros edificios sevillanos y de la zona, el Real Almacén pasó desapercibido por el tiempo, sin ser prácticamente tocado, al contrario que la Puerta de Triana, la Cárcel, o incluso otro almacén de maderas existente en la segunda mitad del XIX, el que fue propiedad de Ramón Piñal y Alba, cuyo espacio parte fue ocupado por el edificio de la Asociación Sevillana de Caridad, obra de Aníbal González, construcción que aún no existe a la izquierda del Almacén, que señalamos en esta perspectiva de principios del XX, tapado por las naves de la Lonja del pescado:
En 1859, la calle Áncora, que estaba en la fachada lateral izquierda del edificio, pasó a denominarse Segura, en honor a la procedencia de las maderas que en su tiempo llegaban al Almacén. Pese a que en 1996 se intentó cambiar de nuevo el nombre de la vía por Almacén del Rey, continuó con su denominación anterior.
A partir de 1965-66, la empresa de transportes Damas ocupó el interior del singular edificio, utilizándolo como principal aparcamiento. Por aquellas fechas, también se incurrió en otra desacertada acción urbanística, edificando viviendas en el interior de la fábrica, cuando lo más adecuado hubiese sido el haberlo conservado en lo posible a su aspecto primigenio y no con esos adosados pastiches que le restaron su esencia de varios siglos.
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