En el número publicado el 24/02/2014 de mi antiguo blog sevilladesaparecida, hicimos mención acerca de los puestecillos hexagonales que se ubicaron posiblemente entre 1936 - 1939, a semejanza de los modelos destruidos en la Plaza Nueva: En aquel reportaje vimos los colocados en el Museo, Plaza Duque, así como una imagen de uno los tres que hubo en la Plaza Nueva.
El puestecillo de la Ronda de Capuchinos se encontraba justo en la acera de enfrente a la gasolinera, una estación de servicios que se inauguró en 1965 y que ocupó un emplazamiento lindante a la fábrica de papel Onena y que a su vez estaba pegado al famoso cine de verano Capuchinos. Algunos vecinos del lugar afirman que este puesto se desmanteló al construirse en 1978 los bloques de viviendas gemelas números 1 y 3 de la vía sobre parte del derribo del Barrio de San Julián, que comenzó a demolerse en 1962. A este tenor nos compadecemos por este, otro más crimen urbanístico perpetrado una vez más en nuestra ciudad. En el plano de 1943 es mencionado el quiosco, mientras que hemos rayado en rojo parte del todavía existente San Julián; a la izquierda, San Hermenegildo.
No obstante, lo realmente impactante es la fotografía tomada en 1966, ya que la superficie de escampada era donde se ubicaba parte del Barrio de San Julián. En el centro, el Kiosko, más al fondo la gasolinera que se había inaugurado en 1965, mientras que a la izquierda la entrada a los Capuchinos. En el extremo derecho, un niño parece pasear por el solar ( ampliar la imagen ).
Gobernaron en Sevilla, una vez estallado el Movimiento Nacional, un buen puñado de alcaldes a partir de Ramón de Carranza; entre ellos o alguno de ellos se aprobó la colocación de los puestecillos de los que informamos. Muy popular fue también el ubicado en la plaza del Pumarejo. Sabemos que estuvo delante de la misma puerta del edificio de las antiguas atahonas municipales contruido en 1787 y del que sólo se conserva la fachada con algún añadido posterior; otro ejemplo más de la barbarie y autoflagelación urbanística a la que los dirigentes sevillanos parecieron tener apego desde los comienzos de la Ciudad. En el flanco Este, según el plano de 1943 - bajo estas líneas -, aparece la Casa Palacio de Pumarejo (2), otro edificio del XVIII que esperemos sea conservado; mientras que el número 1 es la mencionada Atahona, el 3 la calle Fray Diego de Cádiz y el 4 la calle Aniceto Sáenz.
También la imagen de ABC nos clarifica más tanto las Atahonas como el puestecillo. En los años 80 quizá debió ser sustituído por otro de chapa, una especie de modelo standard que desde finales de la dácada anterior ya comenzaba a sustituir a los de madera, observando aquel en la segunda foto por abajo. Actualmente no existen quioscos en esta plaza, mas la presencia masiva de maleantes en la zona no supone un incentivo para los kiosqueros.
Sobre el kiosco de la Magdalena no hemos encontrado imágenes de fotografía, pero sí disponemos del plano de 1944, donde figura su emplazamiento. En aquel mismo lugar, también en los setenta, al parecer se debió colocar uno de flores que a su vez pudo haber coexistido junto a otro de chapa color aluminio plateado. Interesante las dos vías tranviarias que entonces rodeaban la Plaza, llamada a la sazón del triunfo del Alzamiento en Sevilla como Plaza del General Franco, en 1936. En 1980 se rotuló de forma definitiva como la Plaza de la Magdalena.
Tampoco estaría de más volver a citar el puesto de la Plaza del Duque, que no aparecía en los planos que manejamos de los 40, por lo que tal vez pudo haberse establecido en la década siguiente. Estas perspectivas nos enseñan el techo del Palacio de los Cavaleri y el puestecillo en la esquina, incluso con algunos negocios en la planta baja:
Finalizamos con una escena cotidiana frente a la Basílica de la Macarena, apreciando en primer plano el kiosquillo, que quizá junto al de la Plaza del Museo, sea uno de los dos últimos representantes de un estilo que hace muchísimos años fue una mezcla de aparente monumentalidad y señorío, sobresaliendo por aquellas líneas hexagonales que, si bien nos recuerdan a los seises, no le hemos encontrado ningún trasfondo más allá del de poder atender al público en todas las aristas posibles. Estos puestecillos deberían ser conservados, pues formaron parte del panorama cotidiano sevillano en su momento, lejos de los actuales, de mayor impersonalidad, pero que el Ayuntamiento, continuador también de estos poco románticos tiempos, se propuso imponer.
También la imagen de ABC nos clarifica más tanto las Atahonas como el puestecillo. En los años 80 quizá debió ser sustituído por otro de chapa, una especie de modelo standard que desde finales de la dácada anterior ya comenzaba a sustituir a los de madera, observando aquel en la segunda foto por abajo. Actualmente no existen quioscos en esta plaza, mas la presencia masiva de maleantes en la zona no supone un incentivo para los kiosqueros.
Sobre el kiosco de la Magdalena no hemos encontrado imágenes de fotografía, pero sí disponemos del plano de 1944, donde figura su emplazamiento. En aquel mismo lugar, también en los setenta, al parecer se debió colocar uno de flores que a su vez pudo haber coexistido junto a otro de chapa color aluminio plateado. Interesante las dos vías tranviarias que entonces rodeaban la Plaza, llamada a la sazón del triunfo del Alzamiento en Sevilla como Plaza del General Franco, en 1936. En 1980 se rotuló de forma definitiva como la Plaza de la Magdalena.
Tampoco estaría de más volver a citar el puesto de la Plaza del Duque, que no aparecía en los planos que manejamos de los 40, por lo que tal vez pudo haberse establecido en la década siguiente. Estas perspectivas nos enseñan el techo del Palacio de los Cavaleri y el puestecillo en la esquina, incluso con algunos negocios en la planta baja:
Finalizamos con una escena cotidiana frente a la Basílica de la Macarena, apreciando en primer plano el kiosquillo, que quizá junto al de la Plaza del Museo, sea uno de los dos últimos representantes de un estilo que hace muchísimos años fue una mezcla de aparente monumentalidad y señorío, sobresaliendo por aquellas líneas hexagonales que, si bien nos recuerdan a los seises, no le hemos encontrado ningún trasfondo más allá del de poder atender al público en todas las aristas posibles. Estos puestecillos deberían ser conservados, pues formaron parte del panorama cotidiano sevillano en su momento, lejos de los actuales, de mayor impersonalidad, pero que el Ayuntamiento, continuador también de estos poco románticos tiempos, se propuso imponer.
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