viernes, 13 de octubre de 2017

LOS KIOSKOS DE LA ALAMEDA DE HÉRCULES ( 1 )

LOS KIOSKOS DE ANTES ( I ): LA ALAMEDA DE HÉRCULES


Cuando salimos a la calle hacemos muchísimas cosas: paseamos, vamos en autobús, en el coche, tomamos algo en un bar, etc, etc. Y muchas veces, nos solemos fijar en aspectos determinados que, por una causa u otra, nos pueden llamar la atención: la fachada de un nuevo comercio que acaba de inaugurarse, el pórtico de una iglesia, un vehículo mal aparcado, la lista de precios del letrero de un bar... y, entre miles y miles de cosas, porque no decirlo también, en nuestros semejantes. Sin embargo, la vida pasa o viceversa, como dijo aquella popular sevillana: "pasa la vida, pasan los años", pero casi nunca nos hemos detenido a observar ese tipo de establecimiento pequeño, normalmente de planta cuadrada y de altura rectangular; un sitio donde compramos el períodico, revistas, y en ocasiones fritos de paquete, frutos secos caramelos, chicles...Hablamos del kiosko, ese pequeño habitáculo que normalmente pasa desapercibido, porque tal vez consideramos que su presencia es algo al uso y no ofrece un interés artístico que llame la atención. No obstante, el kiosko ha demostrado ser referencia obligatoria en la vida de las personas; sobre todo en el momento en que fuímos niños y adolescentes, cuando no sólamente adquiríamos chucherías, sino también otros artículos que con el transcurrir del tiempo y las modas, van cambiando.

Al intentar aproximarnos a décadas pasadas, nos vienen a la memoria aquellos quioscos verdosos o verdes y blancos (muy al gusto andaluz) o también metalizados que predominaron entonces en nuestra ciudad, aquel "pueblo grande" al que en el corto espacio de poco más de veinte años lo convirtieron en una metrópoli donde salvo la mayoría de los puntos considerados patrimoniales, lo demás continúa un meteórico proceso de transformación y desaparición. Los kioscos tampoco han faltado a esta cita eliminatoria.

En 1997, el Ayuntamiento, en un enésimo intento de uniformizar el tamaño y estilo de los quioscos favoreció a los propietarios con un nuevo tipo de instalación más funcional pero dotada de una impersonalidad extrema. En poco más de una década aquellos puestos que varias generaciones conocieron fueron dejando de existir. Pero ¿qué nos queda de aquello?

Hubo un tiempo en que los kioskos de nuestra infancia, padres o abuelos, fueron verdosos, o bien con detalles blancos, o verdes y blancos. Diseños y tamaños no se ajustaban a un sólo patrón; los había muy diferentes. Eso sí, en la década de los años 60 comenzaron a introducirse los metálicos reseñados antes, los cuasi únicos supervivientes de una época desaparecida.

La dificultad que presenta el hecho de revisar y catalogar la totalidad de lo antiguos quioscos que aún quedan de pié no es óbice para que cuando menos poco a poco vayamos incluyendo nuevos ejemplares que, poco a poco, a cuentagotas, aparecen a nuestra vista. Pero también continuamos recuperando imagenes de aquellos que desaparecieron. En este capítulo, dedicaremos el espacio a la Alameda de Hércules. Empecemos justamente en la acera del actual "Café Central". Ese quiosco, que debió ser precioso a juzgar por su diseño, estuvo junto a otros, de los que únicamente existe uno, en un perímetro de escasísimos metros. La imagen se remonta al año 1978:

Cerquísima a aquel kiosko se encontraba el puesto de ¿Maruja?, una señora metida en carnes muy amable y simpática que era conocida por los vecinos del lugar. En la actualidad, con otro propietario, es el único que se resiste a la eliminación. Aunque su ubicación actual parece haber cambiado un poco desde hace algún tiempo y  se ha pintado con ese color "turrón" que está de moda pero que tanto parece afear esa estética blanquecina sevillana. Abajo, en primer término, el kiosko en 1978; pero si se fijan con detenimiento -pese a su tamaño y la escasa calidad de la imagen -a su izquierda, aparece el pequeñito puesto de arriba, que hemos señalado con una flechita en negro. Más abajo, el lugar en la actualidad:




En el mismo entorno, cerquísima, antes de llegar a la entrada de la calle Relator, otro Kiosko. Creemos que estuvo siempre en el mismo lugar y, aunque se le incluyó alguna reforma pequeña, hasta el 2010 aún era visible al final de las columnas de los leones de la nueva Alameda de Hércules. Por allí estuvimos antes de que desapareciese y le hicimos un par de fotos bajo el permiso de su dueño, quien al parecer ahora ha sido trasladado a una nueva construcción de piedra que hace funciones kioskeras pero que ni por asomo aportan el sabor de las de antaño. Veamos las dos imagenes de la joyita hechas antes de su eliminación:




El Casino de los Ferroviarios, de 1900, afortunadamente se respetó. En un lateral del mismo, a su izquierda, se hallaba el puesto de Manuel, hombre de acento norteño que siempre recordaremos con su boina negra. Por mediación de la obra reseñada, en el lugar del kiosko de este hombre se hizo un garage y el establecimiento de Manuel pasó justo frente al Casino. Pues bien, este nuevo quiosco -al parecer antes era de madera-, pasó a ser metalizado, color plateado -una moda ya iniciada más o menos en los 60-. Hasta 2010 el kiosko se mantuvo en el mismo lugar hasta que su propietario pasó a llevar su nuevo puesto de piedra, de los actuales, hasta la fecha actual. Aún, en Google Maps podemos verlo, eso sí, adornado con su correspondiente graffitti (qué le vamos a hacer), aunque nosotros lo fotografiamos en su momento, por lo que se lo mostramos impoluto:


Por último, ya para finalizar el reportaje sobre los kioskos tradicionales, el puesto conocido como el de "la sorda". Aún podía verse hará poco más de una década. Situado en la esquina de una casa actualmente un solitario solar en vías de su edificación, ese quiosco fue el extremo de la Alameda, la frontera entre la entonces llamada calle Doctor Letamendi junto a Amor de Dios. De solitarias tardes en los años setenta, ochenta, paseando por la Alameda, mirando al viejo y pequeño kiosko, recordado aún por muchos debido a la tela asfáltica que ocupaba el techo por la parte frontal. Los tiempos aquellos....


















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