Las fuentes de la Alameda de Hércules ( I ): En tiempos de Felipe II
Uno de los procesos más importantes en la historia de la evolución urbana de Sevilla se produjo en el siglo XVI, motivada por factores derivados de su establecimiento geográfico y por nuevas circunstancias históricas que provenían inmediantamente del Descubrimiento de América y que tras anteriores monarquías, se establecieron con la llegada del reinado de Felipe II, período en que gran parte de la Ciudad, Puerto de las Indias, sufrirá una intensa remodelación, la cual tendrá su reflejo, entre otros campos, en la arquitectura, los servicios publicos y la ornamentación. De esta forma, consideramos aprovechable el no extendernos en asuntos históricos que ampliarían innecesariamente una información que pretendemos sea resumida y cómoda para el lector, por lo que nos centraremos en el hecho que titula el asunto.
Sabido es que en 1574 el Conde de Barajas drenó los terrenos de lo que era la Laguna de la Feria con el propósito de construir en su lugar un paseo, una alameda, lo que se llamó la Alameda de la Feria. En 1570, Felipe II hizo su entrada en Sevilla, exponiéndose a tal fin ejemplos de arquitectura y ornamentación festivas temporales, preludio de lo que sería cuatro años después la concepción de la estatuaria civil a modo de monumento público y permanente: las columnas y estatuas de Hércules ( trasunto de Carlos V ) y Julio César ( trasunto de Felipe II ), por vez primera en nuestra ciudad. Las columnas son concebidas a la manera de un pórtico triunfal, que será también elemento ordenador de aquella nueva realidad conocida por la Alameda de Hércules.
Piezas Indispensables para el ornato del bulevar serían la fuentes, que además formarían parte de un programa fontanal aún mayor si cabe, orientado también a surtir diferentes collaciones y zonas: tres en la Alameda, una en la Feria, San Vicente y el Duque, mas la reforma de las existentes en el Valle y Santa Lucía. Una obra hidráulica de consideración cuya inspiración pudo haber nacido en la persona de Felipe II durante su estancia de 1570 y que vio en los Países Bajos las mejoras de la nueva ingeniería renacentista sobre terrenos inundados, al igual que también conoció las largas alineaciones de árboles en los paseos italianos, habiendo también promovido el Palacio de Aranjuez.
El propósito se orientaba a conjuntar la naturaleza, el arte y el espacio social; un jardín manierista que mezclaba pensamientos de tratadistas clásicos y renacentistas como Plinio y Vitrubio, Alberti y Serlio.
Para llevar a cabo el proyecto se invirtieron treinta mil ducados. El notario apostólico Francisco Siguenza, mencionaba las fuentes: ".....el conde de Barajas don Francisco Zapata de Cisneros, que fue assistente de esta Ciudad, queriendo illustrarlla con adornar una plaza tan grande como la que aquí auía, hizo esta Alameda, trayendo a las tres fuentes que vuesa merced en ella vee el agua del Arzobispo.......". Siguenza se refería a las Fuentes del Arzobispo, uno de los acuíferos que abastecieron Sevilla desde tiempo inmemorial, en paralelo a los Caños de Carmona y que se encontraría entre el actual Polígono Store y el ferrocarril de enlace, aquel manantial cuyo nombre se relaciona con el Arzobispo Don Remondo debido a su aportación a las conducciones de agua sobre dicho sitio.
Según Morgado en su Historia de Sevilla, pocos años después de que se urbanice la Alameda: "..... ante todas cosas se hizo limpiar y escombrar, y abrirlea la larga de la una y la otra vanda dos grandes zanjas de más de dos varas en ancho, y medio estado de hondo, por donde se desaguassen al río por su antiguo husillo." plantanda por unas y otras vandas grandes hileras de los mismos árboles, los cuales dividen una zanja de agua, que corre por medio dellos, de las que trasvierte las tres fuentes que se levantaron en esta calle mayor y más principal .....". Las fuentes, proyectadas por Asensio de Maeda, eran de aspecto tradicional italiano, hechas en diversos mármoles; a lo que escribió Ortiz de Zúñiga: "....bien labradas de piedra barroqueña, baxas, así porque el agua no alcanza a subir mucho por la poca altura que dimana, como por la comodidad del pueblo que las frecuenta......".
Esta pintura de la Alameda de Hércules pertenece a la segunda mitad del siglo XVII. Acusa rigidez y no fue tomada del natural, mientras que la fuente y las columnas no acusan las proporciones adecuadas. La hilera central de árboles tampoco obedece al ordenamiento inicial del proyecto:
Hasta el momento sólo tenemos informes de dos de las fuentes: una, hecha por Diego de Pesquera, que iba rematada por el dios Baco; la otra, de Bautista Vázquez, que contenía efigies de Neptuno y las Ninfa. La fundición de los bronces fue obra de Bartolomé Morel. El diámetro de cada pila de cada fuente era de 16 varas ( 0'836 metros, equivalente de la vara según el patrón sevillano ). Abajo, óleo Ha. 1660. Escena costumbrista de la Alameda en que vemos una fuente entre las columnas, apreciada mejor en el segundo extracto del lienzo que hemos ampliado:
Esta imagen al óleo corresponde a la primera mitad del XVII. Los restos arqueológicos y las estatuas no se pintaron del original, por lo que no podemos identificar si el emplazamiento de la fuente que vemos en primer término sea la que existió en realidad en aquel momento:
La instalación de fuentes, parte del proyecto de remodelación de la Alameda, significó la fracción de un ambicioso plan que cambiaría parte de la fisonomía de la Ciudad. El concepto de las fuentes como elemento urbanizante se verá más adelante en la Fuente de Mercurio de la Plaza de San Francisco, al igual que otros lugares de Sevilla. En la próxima entrega sobre las fuentes, hablaremos de las colocadas en el siglo XVIII, tanto en nuestra querida Alameda como en otros lugares de la Ciudad del Betis.
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